jueves, 25 de octubre de 2018

Cero imaginación

¿Te pones tacos para limpiar? Le preguntó el marido a Vicky mientras desayunaban. 
Ella lo miró sorprendida, a la vez que pensó, que seguro no quiso decir lo que dijo. 
-No, no voy a limpiar, le aclaró, voy al médico. 
Él bajó la cabeza y siguió tomando el café, mientras miraba el celular.
A Vicky se le revolvieron un poco las tripas, últimamente esa sensación de angustia y bronca, le viene seguido. 

Pero no quiso profundizar, ella tiene miedo de indagar en algunos temas que hace tiempo la persiguen.
Pensó en sacarse los tacos, no esperaba esa reacción.

Si, es cierto,  quería sorprender, porque nunca usa tacos para desayunar, pero no era lo que imaginó.
Igual a Vicky, la imaginación le anda fallando



lunes, 8 de octubre de 2018

La Beriso: un pecado capital

Mi estadía en un recital de sábado en el Arena Maipú, duró apenas algo más de una hora. Aquí el  comentario de una noche inconclusa.
¿Quién no tiene un vecino que escucha La Beriso al palo? Siempre tenemos a algunos cerca. Bueno el sábado, en el Arena Maipú, estaban todos juntos. Una de mis grandes intrigas por lo  que decidí ir a verlos es que quería saber qué tipo de público asiste a esos shows. Y es ahí que pensé si ese vecino -algo mayor- que pone los fines de semana el disco Pecado Capital a todo volumen en el barrio no vivió los 20 años del grupo, si los acompañó a  celebrar “tantas noches de gira” de la banda.
La Beriso es una banda que se caracteriza por las letras de sus temas,  no precisamente por la música. Algo limitados en lo musical pero -y a favor de ellos- saben brindar dignamente un show. Son laburantes y eso se nota. Ahora bien, que quede claro que aquel que fue a l recital  y pagó su entrada la pasó bien.
Las canciones están cargadas de sentimientos, estrofas dedicadas a la soledad, a una ausencia que provoca tanta tristeza refugiada en un estribillo.  Prosas que impulsan un encuentro con ese ser querido que perdimos. Y  todos tenemos a quien dedicarle esas melodías. Entonces las almas presentes, en el concierto, realizan una especie de catarsis que permite que salgas del lugar más aliviado.
A tal punto es la entrega sobre el escenario que Rolo dedica pocas palabras al público, las correctas ante de cada canción. Al fin y al  cabo es lo que queremos cuando vamos a un recital.
Créanme  que cuando  interpreta  “Sobreviviendo” -y como una ironía- fue uno de los momentos más para “arriba” de la noche, y le cae también bien a la banda ese tema… Con su voz tan particular cantando “cuanta tragedia sobre esta tierra” hace pensar que Víctor Heredia la compuso pensando en ellos.
Con una tribuna completa y un campo donde se podía caminar tranquilamente, las 3.000 personas que disfrutaron de esa noche tuvieron además un plus y es que Marciano Cantero y Felipe Staiti  cantaron Ingrata junto con La Beriso.  Un gran honor para la banda de Avellaneda de compartir un tema con los integrantes de una de las bandas más reconocidas en Latinoamérica.
Por último, algo  más pudo contribuir a mi huida del lugar: nunca entenderé por qué la persona que estaba a mi lado lado, sumó al placer de escuchar su banda favorita el placer, para él, de prenderse un cigarrillo.  Muchos  son los que hacen cómplices al resto de  algo  que no está permitido, además del olor en la ropa que te queda... ¡son infumables!
Ni hablar de las señoras que filman o toman una foto con el flash a full en las nucas de los presentes. Filmaron una nuca chicas, por favor, ¡pónganse las pilas! En un show con millenials no sucede.
Lo cierto es que pasado más de la mitad del show, sentí que era suficiente para mí. De manera apropiada me fui de ese lugar, claro que colmada de los acordes que cumplían veinte años. 

viernes, 6 de julio de 2018

Vacaciones de invierno: la mejor guía para salir con los padres

(Se sugiere la compañía de un niño para leer esta columna)
Qué rápido pasa todo ¿no? De pronto tenemos medio año en nuestras espaldas y sin pensar nos encontramos en las puertas de las vacaciones de invierno. Antes, el receso era solamente escolar. Pero eso ha cambiado y para estar más con sus hijos- ¿qué hacen los grandes?: guardan una semanita de verano para disfrutar ahora con sus pequeños.
A continuación, elaboramos  una guía para saber que hacer con los padres estas vacaciones
1) El primer día (y con suerte el segundo) los dejarán dormir para que descansen de los madrugones. Al tercero (y ya con el miedo a que se acostumbren a las sábanas) los  despertarán con cualquier excusa. Jugar con la nieve, con suerte, puede ser una.
2) Como una agenda organizada, la pregunta de cada día será:¿qué podemos hacer? No respondan porque la intención de ellos será alejarlos de todo lo que tenga pantalla: tablet, celular, tele y compu se convertirán en el enemigo a eliminar.
3) Lugares como la montaña, el parque, el acuario (por suerte ya no hay Zoo) y todo lo que sea naturaleza toma relevancia. Sacarlos del sillón y que se bañen serán los objetivos. La gente mayor siente que ustedes deben “airearse” porque viven encerrados.
4) El cine puede ser una opción pero si los hacen sacar cuentas de lo que gastarán tal vez desistan. “Si el pororó se hace en casa y Los increíbles (la uno) la pasan en la tele”, dirá mamá.
5) Deben saber que la play y los juegos en la compu les producen un gran rechazo a vuestros progenitores en vacaciones. Basta que los vean con un joystick en la mano para correr a buscar el Estanciero o Carrera de mente  y les enseñen a jugar. Que esto no suceda. Son juegos interminables y ellos siempre tienen que ganar.
6) Algunos papás insistirán con la visita a un circo. ¡Importante! acá no la pasarán mal  y  harán feliz a ese niño que vive en un cuerpo grande.
7) Títeres, obras de teatro y a todo lo que la ciudad ofrece intentarán llevarlos. Pero si no les gusta saben que hacer: un buen berrinche y pedir ir al baño en el mejor momento de la historia. Nunca falla.
8) La estadía en casa de los abuelos sin internet no está mal, ahí no hay horarios y se come rico. Salís a andar en bici o jugar a la pelota con el vecino.
9) Recomendaciones para los que tendrán a las tías voluntarias y ansiosas de llevarlos a cuanta actividad gratis haga el municipio: no decir que feo ese señor, porque puede ser el intendente y si tienen nombre como “Escuela de invierno” no se depriman y vayan tranquilos (si quieren).
10) Puede que se encuentren haciendo bolitas de chocolate y dulce de leche porque está bueno aprender a cocinar. Calma, que esto también pasará.
Serán solo dos semanas de estar bajo la mira de los más grandes. Mucha paciencia  y disfruten de las vacaciones. Ya tendrán tiempo de hacer lo que quieran, cuando ellos vuelvan a su trabajos.

lunes, 4 de junio de 2018

Todo a media luz

Con los aumentos de las facturas de suministro eléctrico, las ideas nos iluminan y el único gasto de energía será pensar cómo hacer para vivir en modo “bajo consumo”.
De pronto me encontré contemplándola y esperando que rápidamente calentara el agua. Si, hablo de la ahora “maldita pava eléctrica”, esa que durante años nos salvó de miles de situaciones como: apurar el agua de los fideos en un almuerzo a contramano, hacer un te para la que no le gusta el mate y tantas otras cosas. Una aliada se nos convirtió en una enemiga -como si fuese la última en enterarme- porque parece que la resistencia de la susodicha gasta más electricidad que la permitida en estas épocas. Porque ahora hemos vuelto a cuidar las cosas como cuando éramos  chicos y tu madre te gritaba “apaguen la luz de la pieza y a dormir que ya es tarde”… En las charlas familiares descubrís que ya nadie usa pava eléctrica… solo yo.
¡Lo que faltaba! volver a la de aluminio, o a la eterna de acero inoxidable. Poner a calentar el agua en la hornalla o posarla en las brasas de la estufa a leña y estarás cumpliendo con la moda de este invierno 2018.
A guardar en el fondo del armario todo lo que dependa de un cable en la cocina. ¿Quién no volvió con una pava bajo el brazo desde Chile para regalársela a la suegra? ¿O que suegra no te la trajo cuando se fue de vacaciones? No hace tanto que abrazábamos los combos de pava y tostadora casi como un vuelto, al comprarnos la tele, ¿te acordás?
Si, mejor olvidar por un tiempo todas esas municiones gastadoras de voltios. Todo ese arsenal que ahora nos amenaza y usamos con desconfianza.
Debemos ser cuidadosos y saber que hay cosas que no se pueden hacer como dejar la puerta de la heladera abierta gasta mucho (sugerimos recordar lo que hay para abrir y cerrar fugazmente). Si salimos, ya no dejamos luces prendidas en la casa y esto ayudará a la confusión de no saber cuándo hay gente (es que la casa habitada también estará a oscuras…).
De niños, mirábamos la tele con las luces del comedor apagadas, “como en el cine” nos decían, Bueno chicos, el cine llegó otra vez a casa. 
¿Quién descubrió que buena está la linterna del celular? ¡Felicitaciones!
Volvieron las ondas naturales, nada de secador y mucho menos planchita (mamá tiene razón, el pelo lacio no se usa más).
Nuestra lamparita del ingenio se encenderá y  batiremos la mayonesa casera con dos tenedores, el microondas desenchufado y el café más rico será el de manga, por supuesto.
Son tiempos de vivir a media luz pero siempre con el brillo de los ojos iluminando el camino.
¿Y el gas?
El gas, viene el mes que viene.

Desde arriba y a los gritos


Creo que se sentía dueño del mundo, pero no como la última Coca Cola del desierto, no así... Más bien como alguien que desde ese lugar podía tener el control de las cosas o, mejor dicho, de la cuadra. 
Y ese lugar era una terraza, una gran y amplia terraza, en un primer piso. Un buen sitio, cómodo, donde todas las puertas de la casa conducían a ella. Por más que no quisieras todo terminaba ahí. 
Y él se fue dando cuenta. 
Además de amurar una especie de parrilla para los asados, una buena mujer, una hija creciendo y la vista privilegiada de la morada, todo estaba dado para ser feliz, y el pibe lo era. Daba cuenta de sentir esa sensación de lo lindo que es tener todo al alance. 
Y lo expresaba... todo el tiempo. Un intenso que fue llevándome, involuntariamente, a compartir tanta dicha. 
El sujeto pasaba mucho tiempo allá arriba. Y desde arriba y a los gritos organizaba su vida y casi la mía. Mandaba saludos, hacía fiestas, cumpleaños, almuerzo familiares de domingos. 
"Ey ¿vo que te hacé?",  "¿Cuando nos juntamos, cagón?",  "¿Te queda pan?", "¿Sentiste el temblor?", "Esperaaaa... que ahora bajo!!!"
Todas, absolutamente, todas sus dudas, las evacuaba desde el aire. 
Un joven con ganas, pero con muchas ganas. Tiraba coordenadas como un profe de gimnasia pero de una de clase exigente, alentando sin parar para marcar el ritmo. 
Los fines de semana eran más agresivos. El silencio de las primeras horas de la mañana hacía que sus epítetos me despertaran a los sobresaltos. "¿Nos juntamos esta noche?", "¿Tenés huevos?" y otros más eran los cantos de este gallo mañanero.
Hasta que, sin darme cuenta, comenzó a pasar. Y un día noté su ausencia. La tranquilidad se respiraba en el ambiente, como cuando en casa se duerme un bebé y no se escucha más su llanto. Dejó de vociferar y nació un silencio, tan exquisito y presto a disfrutar. 
No supe bien que pasó, no gritó su despedida, no contó sus planes. Imagino que se fue en puntas de pie, cosa de no molestar.

Ahora el primer piso está vacío y no saben lo bien que se siente desde acá abajo.

miércoles, 25 de abril de 2018

Tiempo loco

Pocas veces en la vida se nos presenta tamaña incertidumbre de saber cómo vestirnos para enfrentar estos días. A la mañana hace frío y a la tarde el calor es insólito. Observamos a la gente por la calle y nos damos cuenta que elegir la ropa es todo un trabajo. Algunos se resisten a despedir el verano y otros, ansiosos, anticipan un crudo invierno.
No sabemos desde cuándo pero hemos incorporado -como un hábito- tener la información del tiempo para salir de casa. Es más que un tema de conversación; juega un papel primordial a la hora de decidir con que ropa vestir.
Son dos los momentos en el año en la que nos encontramos indecisos: en la primavera donde “no tenemos que ponernos”; y en otoño, cuando alguien en la familia lanza al aire y a los gritos: “¿Hace frío?” antes de salir a la calle.
Entonces, comenzamos a ver una moda en una pasarela improvisada.
He aquí, algunos mandamientos a tener en cuenta:
1) Hombres: esposos, hermanos, hijos, vecinos y demás con campera chorizo, sepan que el momento que comienzan a usarla es crucial, porque no se la sacan más. Así seguirán hasta octubre que aflojan... un poco.
2) Mujeres: cuentan con mi admiración por tener tan a mano el saco largo de lana y las botas a estrenar, esas compradas en la liquidación de agosto pasado (no tengo mucha ropa pero debo ser de “armario chico” porque me lleva un tiempo sacar lanas, botas y ponerlas en uso).
3) Mamá: deberás aceptar que el buzo se perderá en el colegio. Lo publicarás en el grupo de padres, pero de nada servirá. El frío tan temprano y el regreso del niño en remera, serán  los culpables.
4) Papá: deberás saber que la indicación: “Si tenés frío decile a la maestra” no será suficiente. La criatura, tal vez, termine en la sala del pediatra con fiebre y la acusación: "El padre la viste para ir a la escuela pero… de verano".
5) Jóvenes: que andarán en remeras o con esa camperita finita durante todo el año, sepan que -para nosotros- están perdidos. Igual seremos inquisidores y preguntaremos, eternamente, si tienen frío.
6) Mortales: todos, haremos lo que se pueda para enfrentar el frío, la moda y el zonda. Como mi amiga que, el otro día, fue a trabajar con  un pañuelo al cuello, de color verde y  todavía está dando explicaciones si está a favor o en contra de la vida misma.
No es fácil pensar y menos pensar cómo vestirnos, con este tiempo loco que nos apunta y tratamos de esquivar.
Si al final solo somos almas desnudas que andan por la vida

viernes, 2 de febrero de 2018

Atrapados sin salida

¿Por qué nos cuesta tanto irnos de los grupos de whatsapp, con lo útiles que son? Además de la ironía, te ofrecemos dos posibilidades: hacer terapia hasta llegar a la parte de “problemas para sociabilizar” o seguir leyendo esta columna.

Bien ahí, ¡buena elección!

En algún momento de nuestras ocupadas vidas se nos cruzó el dilema, la inquietud de cómo hacer para dejar algún grupo de whatsapp. Como una sentencia, lo afirmo: ese momento no es nada fácil. Podemos cruzarnos de vereda si no tenemos ganas de saludar, podemos en una fiesta “circular” todo el tiempo para no encontrarnos con esa persona, podemos quedar mal de mil maneras, pero jamás en whatsapp. Lo pensamos, ensayamos despedidas, escribimos y borramos mil veces ese mensaje para que parezca creíble. No sucede, y el cartel que reza “Saliste”  no está al alcance de todos como muchos piensan.

Alguien te añadió al grupo  
Los grupos -claramente- han llegado a nuestras vidas para alimentar cierta morbosidad y que el hablar con otro de otro sea más divertido. Si no, nada de esto tiene sentido. Un verdadero caldo de cultivo, un círculo vicioso de donde -ya lo dijimos- no es fácil salir.
Algunas cosas están preestablecidas, como un contrato: todos sabemos que si sos parte de un grupo, indefectiblemente hay subgrupos. Cuando "se arma" lío entre dos en la sala, hay otros hablando, en la parte del fondo.
Entonces, toman vida las frases como "¿Viste lo que le dijo?" o "¡Qué horrible sale en esa foto!" o "¿Y esta, qué se cree que nos va a mandar a todos?". Un derrotero de conclusiones y criticas. ¿A quién no se le escapó un "disculpen, me confundí de grupo"? Esa frase ha salvado vidas.

En línea
Ese es el estado ideal, disponible siempre para todos los grupos; claro que no son iguales y cada uno requiere de atención especial.

Hacemos el top 5 de los más usados

5. Grupo de padres del colegio. Utilidad: pasar la tarea cuando el niño falta a clases, comunicados en caso de una reunión a la que no fuiste, campamentos y/o salidas del colegio. Algo fundamental en este grupo es, cuando termina el cumple de tu hijo, mandar mensaje de agradecimiento por llevar a sus hijos. Luego, esperar las respuestas generosas por la hermosa fiesta y el juguete en la bolsa de las sorpresitas. Los miembros más activos son las mamis. Sepan los papis que caen gordos cada vez que sugieren algo.
4. Grupo de la primaria y secundaria. Temido, pero a todos nos llega este grupo. Acá no hay término medio: el que siempre fue un inmaduro de bromas pesadas sigue igual, nada más que con panza. Y los que cambiaron se fueron más allá del infinito. Irreconocibles, a tal punto de que muchos deben presentarse otra vez: “Ey, soy el Rulo”, dirá el pelado de la foto, o Sandrita, que está igual a su mamá. Y listo. Ya tenemos un lugar donde mandar los chistes malos y las cadenas de los otros grupos.
3. Grupo de compañeros del laburo. Este es de cuidado. Y más si está el jefe (aunque el sujeto se limita solo a un frío “OK” como respuesta a todo). Cuando esté de buen humor, hará el “me gusta” con el pulgarcito para arriba y no dará para más. ¡Atención! Que sigas en ese grupo siempre será una buena noticia.
2. a) Grupo del fútbol y/o asado. Qué decir que no sepan. Acá está el de las fotos prohibidas y los chistes más fuertes. Utilidad: además de reír solo frente a la pantalla, se usa para coordinar día y hora para jugar o comer.
b) Grupo de amigas. Como el anterior, pero con perfume. Está la que manda fotos de hombres que con poca ropa desean un feliz fin de semana. La que casi todo lo comparte: ofertas, lugares y comidas. La que arma juntadas para tomar cerveza. Y la encargada de poner color con corazones que laten y besos de colores. Este lugar reúne a casadas, solteras, divorciadas, jóvenes y adultas. Todas iguales bajo el mismo grupo.
1. Grupo de la familia. Mamá, papá, Nico, Guada y tú. Las charlas en este grupo son las que se dan en la mesa familiar. Es una extensión de la sobremesa.
Y así, pasito a pasito, construimos nuestros mundos donde nos miramos, conectamos, divertimos, compartimos, sufrimos y peleamos. Un lugar donde entrar es fácil, pero salir es de valientes.


martes, 23 de enero de 2018

Un asado para los amigos

Mucho tiene que ver, esto de ser argentinos con el asado, y la relación directa que hay con la amistad. Por mi barrio, si uno dice asado, dice: Amigos. En casa, cuando pensamos en unas entrañas a la parrilla, pensamos a quién le avisamos. Mi buena memoria dice, que no cree que, alguna vez haya dicho, NO a un asado.
Es esa comida, que hace de un momento una de las cosas más lindas de la amistad. Conozco, por ejemplo, a un grupo de amigos, que se reúnen bajo el nombre “El Club de la costilla” aunque la mayoría de las veces coman otra cosa. Pero, el concepto de asado y amigos está claro, van juntos.
Todo bonito, lo afirmo y lo reafirmo, pero a veces hay vueltas en la vida, que te muestran qué tan amigos son, los que te rodean. Es cuando, nos encontramos, por cualquier circunstancia, impedidos de la parrilla.
Créanme, que están contados con los dedos de la mano, aquellos dispuestos a preparar un asado para vos, que andás puchereando un vacío.
La amistad puede seguir intacta, pero en realidad, las invitaciones, no sobran.
Acá está, lo que el asado nos dejó:
-Los que, están tan cansado de comer asado, y cuando te invitan, para relajar un poco, hacen otro  tipo de comidas, algo al horno... que se haga solo.
Los gourmets, que disfrutan de mostrar sus artes culinarias  y apenitas podes saborear algo a la parrilla, pero será una delicatessen, y a la luz de las velas, alcanzas  a capturar un trozo de... berenjena asada  
Los que hacen asado  todo el tiempo y cuando sirven largan un  "uyyy, podríamos haber invitado a los chicos... pero bueno seguro tienen otros planes" se tranquilizan rápidamente
Los que creen que no comés más asado porque, te encontró un día paseando por esas ferias de hamburguesas de lentejas y jugos de papaya. Entonces, decretan que dejaste la carne, sin sospechar, que con un pedazo de punta espalda serías la persona más feliz
Los  que hacen asado y no te invitan porque seguramente, ayer comiste asado
Los que te invitan y llegas y es todo puro cerdo, todo bien con el cerdo pero...
Idem  con  el pollo...
Los que creen que la pizza a la parrilla es lo mismo
Los que creen que el asado es para el fin de semana, chicos cualquier día le sienta bien
Los que  te sirven de "a puchitos" y van y vienen todo el tiempo a la parrilla, porque  así no se enfría
Los atentos que dicen: Tengo cocido, jugoso y demoran con la pregunta ¿cómo lo prefieren? ¡Andá! que el asado es uno solo.
Los que hacen muchas ensaladas
Los que no hacen ensaladas
Los que siempre, a la hora que llegues, está  solo el fuego
Los que lo tapan con diario (que carajo es eso)
Los que hacen "vientito" con los diarios, soplando al mismo tiempo
Los que son amigos del carnicero
Los que ceden media parilla para el pan y las verduras  (ese espacio no se recupera)
Y los que cada vez que te ven te dicen ¿y, cuándo un asadito?

Un Aplauso y ¡Salud!

¿Qué le ven a Mendoza en enero?

Las noticias nos hablan que turistas llegan a la ciudad para sus vacaciones. Me encuentro con ellos, los observo, los escucho y me compadezco.
Acá, te cuento como es enero para pasear en la Ciudad de Mendoza.
Vivo en una zona de hoteles y agencias de viajes, por lo tanto puedo palpar el ritmo del turismo en Mendoza. A simple vista sé, según  la época del año, qué tipo de viajero nos visita. En los meses de invierno es fácil detectar a los gringos y europeos atraídos por la nieve. Los fines de semana largos es muy seguro que sean de otras provincias: Salta, Córdoba, Buenos Aires... La constante, durante todo el año, es la grata presencia de los vecinos chilenos por ejemplo. Y -por último- la temporada a full es durante la Fiesta de la Vendimia, donde salís y en el barrio, a cualquier hora, se escuchan varios idiomas.
Pero, para mí, los turistas de mes de enero por las calles mendocinas son únicos ¿A la city en enero?  El hotel de la vuelta está por estos días repleto. Es muy común en las tardecitas ver a familias que vuelven cargando las heladeritas y  mochilas después de un día de montaña a descansar al hotel.
Permítanme decirles que despiertan mi curiosidad, aquellos que dicen “En enero vamos a Mendoza”. Es que el calor es insoportable y en la noche no refresca porque no hay lluvia que lo haga; la  ciudad muestra una parte en calma porque muchos se van y el mal humor de los mozos en los bares, especialmente en zonas turísticas, es insufrible. Si la hacés gasolera y vas al supermercado todo es lento: la enorme fila para pagar, el sistema, la cajera... Mucho tiempo perdido por una lata de cerveza  y un paquete de fideos.
Hay actividades gratis que ofrecen pero... -entre nosotros-: ¿si viajás a otro lugar subirías a la terraza de un edificio municipal  por una copa de vino? Viéndolo de esa manera no es muy atractivo. Y ni hablar si en  la familia deciden darse el gusto de ir a un restoran para maridar el manjar criollo con un buen vino mendocino. ¡Olvídate! Te encontrarás llamando a un familiar para que te envíe dinero. Y si por un descuido caminando por avda.  Las Heras se te ocurre entregar ese billete de mil por una caja de chocolates y el mate que dice Potrerillos ¡Ya fue! podés dar clase sobre economía y como pelearle a la inflación.
Si esa noche no pueden salir porque llueve, desde la ventana del hotel observarás -con asombro- como, en segundos, somos Venecia.
“¡Qué ciudad tan completa!” dirás mientras abrazas a tu pareja.
Así imagino que pasan las vacaciones en nuestro lugar. Que madrugan porque el día en la montaña se aprovecha. Luego viene el momento destinado a las bodegas con el agregado ahora de la ruta del Oliva,  donde terminarán “sopando” pedacitos de pan en aceite y sintiendo la pimienta y el romero en semejante hallazgo.
Luego, al hotel a volcar, sin arena, todo el cansancio y cuando vas quedando dormido, la piel te comienza a arder porque eso de estar en la Tierra del Sol... Una ducha y derechito a la calle, a tomar algo “fresco” en las veredas calientes de la Arístides. No corre nada de brisa y te vas a dormir, no sin antes poner la pastilla en el aparatito que -por fin- el conserje del hotel (para nada simpático), te consiguió. ¡Ah! y rogá que antes de llegar los niños no griten cuando pasan por las heladerías, esas dos enfrentadas en las esquinas y que no aceptan Ahora 12
No sé qué le ven a Mendoza en enero, y no me hablen de festivales ni Vendimias que el turista casi ni se arrima. Viene por la aventura y… pensándolo bien ¡vaya si la tiene!
Lo cierto es que por estos días tenemos muchas visitantes de otros lugares en nuestra ciudad. Extraños, ajenos a nuestra idiosincrasia, valientes que nos eligieron para descansar de su rutina. Entonces, si los ves caminando por ahí, se amables con ellos y  ofreceles un poco de ayuda que, seguro, la van a necesitar.