martes, 17 de febrero de 2009

Los martes, verduras

Desde hace un tiempo todos los martes, sistemáticamente, un pequeño hombre altera mi conducta de manera especial, digna de un tratamiento sicológico. A tal punto, que contribuye a la teoría de mis familiares cercanos y no tan cercanos, de una supuesta conducta bipolar de mi parte.

Y como todo tormento que se digne de serlo, tiene día y hora. Los martes a las dos y media de la tarde, este escuálido ser de un metro cincuenta y con cara de comer solamente chauchas y zapallitos, intenta a cualquier costo -y lo ha logrado muchas veces- vender (me) cualquier verdura, literalmente.

Los cambios en mi personalidad comienzan apenas toca el timbre, antes de ver su cara. El sonido de sus pasos y entonando-siempre- una canción, se acerca a la puerta y se pega al timbre como si no funcionara. Entonces ahí comienza mi tortura, entre dientes y religiosamente cada martes lanzo mi plegaría “ahí está ese viejo de mier… y la put… que lo parió” digo sin respirar y de una sola vez.
Demoro unos minutos en abrir, con la esperanza que se cansé y se vaya para no volver nunca más. Pero su paciencia todo lo puede y espera, como si nada, mi saludo.
-hola Don! Como le va?
-Muy bien, acá le traigo todo lo que me pidió
- ja no le pedí nada –le digo con una sonrisa amenazante. A la que él no le hace caso-
-Como que no? Acá tiene, tomates, naranjas,
-Es que ha pasado algo -improviso para cortar ya con su perorata y largo sin más- he decidido no comer más verduras, así que… no será necesario que venga
-pero como me dice eso, mire sabe cuantos años tengo
-no – y tampoco me importa me digo, pero es tarde…-
-se ten ta io cho ¿Qué tal ah? ´
- ahhhh, (mientras pienso, si se nota que los tiene, se ve de 78)
-Y sabe porqué?
-(se lo que viene y no quiero escucharlo) no ¿por qué?
-por comer verduras siempre
-Pero yo no quiero tener setenta y ocho, a partir de ahora comeré solamente pastas y carnes, por eso... graciassss y vaya con sus tomates a otra parte!
-Pero no puede ser que piense así, mire les dejo unas berenjenas y unas zanahorias, después me las paga, chau nos vemos el martes
-pero no escuch… no que rí…a …

Y se va con la certeza del trabajo cumplido, y yo me quedo pergeñando la manera de deshacerme de este tipo que realmente me está volviendo loca.
Muchas veces para no atenderlo, cierro toda la casa, simulo no estar, veo como se resiste y toca la puerta, practicando para la próxima.

He viajado lejos. Elijo los martes para salir, si me tomo vacaciones procuro que tengan muchos martes. Pero es inútil, cuando estoy en otro lugar y es martes a las dos y media de la tarde, el pensamiento irrumpe con toda la fuerza en mi cabeza y digo “ ahí DEBE estar ese viejo de mie… y la put… que lo parió…
No puedo olvidarme un segundo de este molesto servidor. Se ha instalado en mi mente de los martes a las dos y media de la tarde.

Le he deseado todas las plagas, le he augurado un descanso eterno, que pierda la memoria, que se pierda en la ciudad y no sepa como volver a mi casa. Pero nada de esto ha ocurrido, no encuentro la manera de decirle que no quiero verlo más. Que se vaya con sus frutillas a otra parte.
Por eso he tomado la decisión que no quería, pero los médicos dicen que será lo mejor para mí y para mis familiares, los cercanos y los otros… no tan cercanos

Tendré que mudarme, no veo otra salida! Me iré al otro lado de la ciudad, sin despedirme, para no cometer el error que llegue a los oídos del rey de la lechuga que me fui, que estoy prófuga y comience la tierna idea de emprender la aventura de mandarme frutas, los martes... a las dos y media de la tarde.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

buenísimo... la verdad, un gran relato.

Anónimo dijo...

Viò el hombre del fiboo como mandò fruta???
Se lo habìa tomado de adeveras, no??
Es que no la conoce.....
No sabe lo que se pierede este muchacho.
Saludos
el recomendador enmascarado

María Laura dijo...

Si lo vi y le pido disculpas no es mi intención causarle problemas! aunque si este hombre se pone pesado, que parezca un accidente!