jueves, 12 de febrero de 2009

Chanchi: Tengo una idea para San Valentín

Hace un par de años que comenzó toda esta historieta de celebrar el “día de los enamorados”. Cuando era chica, nada de esto existía.

Me parece una fecha muy melosa, donde con 40 grados regalan bombones y los alérgicos e inútiles ositos de peluches. Convengamos que estos están primeros en la lista de los regalos de los enamorados. Ah… las flores también, que para mí son para los muertos, ¡flores para los difuntos!

Lo tenemos, lo aceptamos, y toda la ciudad comienza a invitar a festejar el 14 de febrero el día de San Valentín.

Po supuesto que sobre él hay muchas versiones. La que me gustó por simple y predecible es la de un emperador que prohibió hace muuuuuucho tiempo a los soldados que se casaran. De esta manera se aseguraba que rendían más en su ejército. Pero un sacerdote rebeldón de nombre Valentín casaba a las parejitas en secreto, hasta que lo descubrieron y ¡zas! lo ejecutaron ¿Cuándo? ¡Si, correcto! un 14 de febrero del año 269.

O sea hace un montón.

Cuentan también que en algunos países de Europa existe la tradición que ese día al amanecer las mujeres deben abrir sus ventanas y el primer hombre que pase será su amado. Ahora bien ¿por qué al amanecer? Porque no al atardecer y de paso ven que planes hay para la noche?

Como en este 2009 me he propuesto ser más accesible, estoy dispuesta a celebrar el día de los eternos amantes, al que siempre me resistí. Por más lejos que estemos del viejo continente y sus tradiciones, voy a llevar a cabo la proeza de abrir la ventana al amanecer del sábado para curiosear quien será el elegido que pasará por mi vereda.

Aunque… lamento saber de antemano lo que este San Valentín tiene guardado para mí.

Trataré de torcer las reglas o encontrar alguna modificación, porque estoy segura que abrir la ventana al amanecer no beneficiará a mi corazón.

Encontraré, como siempre, la montaña orgullosa que me saludará, y al gato blanco sucio que el intendente dejó cuidadosamente para espantar los ratones del zanjón.

Luego temerosa y expectante de ver el hombre de mis sueños, aparecerá Ramón con su silbato en la boca avisando que esta es la vuelta número sesenta que da a la casa y que por este día todo ha estado tranquilo.

Sonriendo en silencio y pensando que es el mundo que nos toca vivir, resucitaré mis esperanzas y seguiré un momento más, porque estos embrujos no pueden fallar.

Luego aparecerá un destartalado auto y cerraré los ojos imaginando que es el caballo de mí príncipe que viene a rescatarme. Al abrirlo, tendré al rengo Juan, feliz de no pasar el diario por debajo de la puerta y dármelo en la mano.
Entonces tranquila cerraré la ventana y descubriré una vez más que el hombre de mis sueños está durmiendo en mi cama, que salió todo como quería, que nadie pasó por mi ventana el día de los enamorados, porque hace tiempo que elegí mi amado y está adentro, conmigo.

¡Ah, ya se! y… si le pido que se levante y pase por….

No mejor no, ¡me manda al carajo seguro!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ja ja ja ja. Genial!!!!! Me encantó. El gordo no pasa por la ventana ni que lo tientes con un fuentón de branca del otro lado jajaja. Amiga ... más allá del humor, usted y a su manera está enamorada yo lo se. Besos pablo

Anónimo dijo...

Bueno...Los bombones los podemos mejorar pasando por Soppelsa,en cualquiera de sus direcciones....
No me diga que no recibió alguna vez un peluchito, vamoos....
En lo que respecta a las flores, es toda una sorpresa.
Debe ser la única dama que no suspira ante el ramo.
Claro,que si le ponen unas calas o unos gladiolos, ahí si que coincido con la apreciación y hasta lo podríamos mandar al enamorado en cuestión a juntar margaritas,no???
Lo verdaeramente importante es que usted cuenta con su enamorado y eso se nota.
Por ahí la sorprende con algún convite inesperado.
Hasta la próxima, estimada
el cupido enmascarado