Abrió el paclard y vio el tapado. Siempre había estado ahí pero esta vez fue diferente. Una catarata de recuerdos la tumbaron sobre la cama. Se derrumbó. Y su mente no paró por unos minutos. Fueron muchos momentos los que volvió a vivir. Todos eran de felicidad. Se recordó sonriendo, usando ese saco y siendo felíz.
Hace tiempo que ya no lo era. El perfume impregnado fue como sentir otra vez que estaba viva.
¿Cuántas veces habían hablado de esto? ¿Cuál de los dos dejaría este mundo primero? Ella reía y le parecía absurdo todo eso. Él insistía, en que fuera feliz, que lo llorara lo justo y necesario. Ella creía que jamás pasaría. Pero ahí estaba abrazada al tapado que le regaló la última navidad en París. Y sabía, que no volvería a usarlo, no sin él. Abrazada como sosteniéndose, tenia que volver a guardarlo. Pero estaba paralizada, sabía que después no podría seguir con su vida. Bah! Eso que los demás la llamaban así, ella no. Hace tiempo que sentía que ya no vivía. No si él.
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