Y ahí me mandé, perdido por perdido sabía que esto no podía quedar así. Fui sola como la primera vez pero ahora estaba sin apoyo de mi amigo, el mensajero. Parece que se me ofendió con alguna palabrota que solté y me retiró los embajadores. Alguna vez me tenía que pasar, mi tía me lo había anunciado, sos muy boca suelta vos eh? Mucho cuidado!Y me acordé de sus palabras, porque parece que el malandra tenía corazón, escondido pero corazón al fin, sus ojos me lo decían y yo no lo quise ver.
Así que… solita mi alma, fui al encuentro de los machos pocos modernos, a enfrentarlos y cantarles la justa.
Me hice esperar, por segunda vez, como marcando el territorio pero la mirada al reloj del gran jefe cuando me vio no fue grata. Parece que llegaba tarde y el hombre me lo hizo saber, así de fácil, así de peligroso. Tragué saliva para después poder saludar.
Se me quedaron mirando como asustados, como si nunca hubiesen visto a una mujer, estaban tan desconcertados que lo disfruté por un momento.
Acepté el trabajo, por un tiempo, como prueba. Ellos no lo saben, piensan que se van a deshacer de mi cuando quieran. ¡Ja! no me conocen, lo tengo todo pensado, ya van a ver lo que es bueno. Cuando prueben el dulce, cuando estén a punto y entregados justo ahí viene el mazazo y me las tomo.
Lo que me piden no es complicado, quieren saber que dice el barrio de ellos. Me pagan pa que les cuente. Les gusta que les hablen, que le digan lo que dicen. La paga no es mucha, al final lloraron tanto que subieron un poquito. Pero igual voy a hacerlo. Una sensación muy adentrito mío me dice que siga, que los chamulle. No quiero cargar con las señales pero les aseguro que ésta es una.
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