sábado, 3 de abril de 2010

Tiquismiquis

No tengo nada para decir. Un silencio trágico vino a verme y no se marcha. Es raro pero siento que la cabeza va a explotar y no sale nada de mi boca. Están ahí adentro, molestando una y otra vez. Todo el tiempo las ideas aparecen, los pensamientos se reconocen y luego un ademán los desvanece.
No tengo nada para decir. Un montón de incoherencias me distraen, hacen que vea casi todo negativo. Me deprimo.
No tengo nada para decir. Un puñado de injusticias se presentan y yo soy la única que asiste. ¿Veré injusticias donde no hay? Es posible, pero como saberlo si nadie va a la función. La levantan por falta de público. Entonces nadie habla de lo que no ve.
No tengo nada para decir. Los intolerantes me subyugan. No puedo decir que me molesta porque molesta.
No tengo nada para decir. La hipocresía se ufana y me amordaza. No la mía, a esa la domino. La ajena, me vence. Me resigno. Y el sabor es amargo.
Entonces sucede lo que siempre sucede. Un insoslayable aburrimiento comienza a convivir en mí. Es amable y duradero. Sobreviene un cansancio apremiante y ocurre lo inevitable: esta escribiente no tiene nada para decir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Uhhhh, estimada.
Espero que le pase pronto esa extraña y terrible sensasiòn.
Yo por lo pronto, la leo y la escucho.....
Inmenso abrazo