miércoles, 19 de agosto de 2009

Ciento noventa y cuatro veces culpables

Generalmente en la vida, cuando ocurren tragedias personales o de las otras lo primero que hacemos, casi como un reflejo de supervivencia, es buscar responsables. Así, de esta manera poder corregir los errores para seguir creciendo.
Todo cambia o al menos algo cambia, si encontramos qué o quién se hace cargo de lo que nos pasa.
Claro está que hay tragedias que por más representantes que tengan, no basta para poder curar el daño que deja. Pero es lo que nos queda: tratar de entender que hay gente que hace mal las cosas, la justicia lo condena y purga sus culpas con la sociedad.
Algo tan simple, parece inalcanzable en este país, donde ya es una tradición argentina pedir, rogar, clamar un poco, solo un poco de justicia. Pedimos por cantidad, como si se pesara en alguna balanza, mucha o poca. Constantemente somos maltratados, y vemos nuestros esfuerzos limitados a limosnear.
Un poco, algo… por favor…

Cuando pienso en la tragedia de Cromañon, donde 194 chicos murieron porque todo estaba mal, inevitablemente recorro mentalmente cada uno de los participes de esa noche del 30 de diciembre del 2004, y si! todo estaba mal. A cada uno les cabe una responsabilidad de lo sucedido.
Esa noche “se juntó el hambre con las ganas de comer” cada pieza fue fundamental e indispensable para que se cometiera una de los peores crímenes en nuestro país.
El dueño del lugar con sus puertas de emergencias bloqueadas y habilitaciones dudosas, el manager de la banda, que seguramente obnubilado por el ascenso de sus artistas, solo vio la posibilidad de vender más entradas de las permitidas y así colmar sus bolsillos, esos que durante años esperaron este momento. Y la banda , la que desde arriba de un escenario ofrecían tanta pobreza en letra y música que debían arengar a sus seguidores, ese público fiel que armaba una verdadera fiesta, el show que ellos no podían brindar lo tenían abajo, con la gente. Jóvenes que “entregaron “su vida a una banda de rock. Que sin querer compraron la propuesta de un grupo de inconscientes.
Y como dos más dos es cuatro. La suma cierra: un dueño del lugar + un manager hambriento + un grupo de rock desprovisto = 194 muertos, un día para no olvidar y toda la vida para llorar.

Hoy para la justicia: Callejeros no estuvo esa noche, no hicieron nada para que esto pasara. Y libres seguirán cantando, arengando,provocando...

Por eso y porque nos debemos conformar con una justicia en otra parte, pensemos en este día pero … no una ni dos, sino ciento noventa y cuatro veces, que ellos son culpables. Repitamos ciento noventa y cuatro veces que hay responsables y deseemos ciento noventa y cuatro veces que esto no vuelva a suceder.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

la verdad es que resumis con tus palabras de notable manera mis pensamiento. Juro que esperaba justicia, pero no fue así. Una vez más. Una palmada más que te empuja hacia afuera. Una bofetada más. Pienso en esos padres y se me arruga el corazón. Ojalá pase pronto este momento tan doloroso.

Anónimo dijo...

Estimada, la verdad es que me surge la duda con los músicos....Sin ser de mi agrado en lo más mínimo.
Es más, en lo musical me pongo la peluca blanca y esos atuendos de película y dando con el martillo en la maderita , los mandaba picar piedra de por vida.
Pero volviendo al caso, no sé cuan culpables son, creo que no eran ingenuos del manejo del gerenciador y el mannager.
Me pongo en el lugar de los padres y la verdad que siento el patadón en el tujes, eso es así. Bah, por lo menos ése sabor me queda.
Le mando un gran saludo.

María Laura dijo...

Eso es lo que tenemos que hacer, tratar de ponernos en el lugar de los padres, o pensar en ellos nada más. Entonces cuando pensás en ellos, saben que? a la mierda si son o no son culpables, no querés ver ni escuchar más a esos tipos.Por respeto, nada más que por eso, que se dediquen a otra cosa. Cuando escuchas una canción de ellos ahora solo hay que pensar en los chicos que murieron