Mendoza y el paro de docentes
Por esas cosas de la vida siempre estuve rodeada de maestras: mi hermana, amigas, madres de mis amigas y por supuesto vecinas. Se que no es nada extraordinario ya que todos tenemos o tuvimos una maestra cerca. En los cumpleaños, en alguna cena o reuniones de mujeres, hay maestras. Y ellas son especiales, como todos, pero maestra especiales, solo ellas.
Están las que tienen una vocación que les sale de los mas profundo de su ser, la disfrutan y se les ilumina la mirada cuando hablan de sus alumnos. Cuando llegan a sus casa, su familia tiene que escuchar atentamente las aventuras que hicieron sus “angelitos”, las travesuras del terrible del aula y como lograron con ella a sumar, van siempre contentas y nada ni nadie les hace perder el buen humor, tiene maestría en optimismo y todo tiene solución. Difícilmente tengan hijos o uno, si se puede, pero ellas con sus chiquitos que son 30, están contentas.
Están las que se sacrifican y tiene dos trabajos, en la mañana en una escuela bien alejada de la ciudad así le pagan zona pero al mediodía se despiden fugazmente y salen disparadas porque no llegan al colectivo que las lleva al turno tarde, éste en una escuela céntrica, siempre es conveniente estar cerca de todo. Viven cansadas por tanto trabajo pero si no es por ellas la economía del hogar se resiente y aunque no lo esperan siguen con los dos turnos por si vuelven esos tiempos donde son el “único” sustento del hogar.
Están las que nacen un poco más débiles que el resto de los mortales y cualquier puerta abierta que deja entrar una cálida brisa provocan que se enfermen. Se siente tan frágiles ante el mundo que tiene que pedir licencias y maldicen porque al principio son pocos días pero saben perfectamente que en algunas épocas del año las licencias son más largas, lo saben se conocen, no pueden sobreponerse a los crudos inviernos, a los dolores de espaldas, y ni hablar si el enfermo es el padre o el esposo. Caen derrotadas porque saben el final. Su voz comenzará a decirles que el estrés que están pasando va a llevar tiempo y sus cuerdas vocales necesitan descansar. Licencia por enfermedad 40 días a mitad de año y que Dios nos ayude con la suplente.
Están las que con nostalgia piensan que todo tiempo pasado fue mejor , que el papá de ese “ niño problema” era un santo cuando ella fue maestra de primer grado. Sin darse cuenta los tiempos cambiaron, sus alumnos crecieron, sus hijos crecieron, se siente mal y ya no espera con alegría cobrar a fin de mes para comprarse un libro o algún perfume, o esos aros que tanto le gustan. Su vida era la de antes, ahora todos están grandes y no la entienden, pero nunca se quejó ni en su casa ni en la escuela, así que pide el pase a un cargo pasivo y en el próximo acto se anuncia que la escuela tiene una nueva secretaría administrativa, por su tranquilidad, la de su familia y la comunidad escolar.
Por último las que van a clases para retribuir un poco de lo mucho que la vida le dio. No lo disfruta pero tampoco se cansan. Jamás se enferman pero sus licencias son largas, por los viajes a Europa que hace con el marido y que cuenta con todos los detalles en la hora del té. Siempre les pregunta a todas como está, y no es que le interese solo que es educada. Se horroriza cuando algún alumno le cuenta que no tiene plata para comprar el libro que ella pidió y para el día del amigo les regala a todas sus compañeras. Es la que propone comprar más estufas y su corazón es tan grande que al finalizar la tarea de todos los días siempre lleva en su auto a alguien hasta la casa.
Todas con sus errores y sus aciertos son las que cuidan de nuestros hijos, las que le enseñan a leer, escribir, razonar, y el respeto por los demás. Los padres también les enseñamos lo mismo pero debemos agregarle una explicación, en estos días tenemos que contarles a nuestros hijos que sus maestras están peleando y no de la mejor manera.
2 comentarios:
Qué buena nota! un claro ejemplo de cómo se describe situaciones y personas...
Saludos y seguí así.
El mexicano
Me encantó la nota, hasta me sentí algo identificada, lo mejor es que no todos los gatos están en la misma bolsa y esa diversidad es la realidad, ni más ni menos. Besotes.
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